_Usted dirá lo que quiera, pero yo a lo mío_
No era ella sola, la que pensaba que mejor sería, cada uno en su casa y Dios donde lo manden a llamar si lo llaman. Y aquí y allá desde que bajamos del árbol se les metió eso en el tuétano a los hombres.
Aquel edificio era de nueva construcción y en cada rellano había ocho apartamientos con su vida, sus ruidos y su silencio. Esto último no se entendía, los gritos y golpes se podían escuchar desde el zaguán de la entrada. Mirar para otro lado es un deporte nacional.
Cada cual que arrastre su sombra y se haga cargo de su silencio. Por cierto el barrio estupendo y la vecindad de los más. Un mundo raro.
Un cuento chiquito. Juan Carlos Tacoronte.